Ella controla mis pies,
y me obliga a estar sentado.
No la esperaba,
y dormita alterada.
No la conozco,
mas el pecado nos une.
Ella suena fria,
mas dulce y consoladora.
Avanza con un arma en la sien,
y mi muerte no lamenta,
pues es de otro, ya no en mi.
jueves, 25 de junio de 2009
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