miércoles, 12 de junio de 2013

Guillermo

Guillermo vivía en esos departamentos antiguos, de los sesentas. Ahí en Seminario, llegando a Providencia. Eran las 23:06 del jueves; el sabia que no debería haber tomado tanto, pero lo logro de todas maneras. Fue un turno largo y terrible, mal se pasó. Llegando a la puerta del edificio se revisa todos sus bolsillos en busca de las llaves. Obvio que no están.
Tocar el timbre, departamento trecientos veinte y uno, biiiiiip. Guillermo espera. Pacientemente. Un poco más. Nada.
Otra vez, trecientosveinteyuno. Suena el clic de quien responde al llamado:
“-Alo!”
“-María, soy Guillermo, ábreme porfa.”
“-Guillermo culiao, ándate a la chucha, si queris tus weas vuelve mas rato.”
Y ahí se quedó Guillermo, perplejo. Obvio que quería sus weas, pero no tanto. Tampoco quería a María de vuelta, no tanto. Por lo menos no quería verla, no ahora. Sintió sus llaves en un bolsillo de la chaqueta y procedió con la apertura de la puerta.
“-María, y a entré, voy a buscar mis cosas y me voy.” – Sintió Guillermo el ajetreo en la pieza de al lado y vio salir a la que había sido su amor.
“-Quedate voh con esta mierda de departamento, yo ya ni quiero saber de ti.” - Y salió María con sus maletas rauda por la puerta de entrada.
Entonces tenemos aquí a Guillermo, con sus calzoncillos en la mano y nada más. Camina hasta el sillón del living, ese que no lo hace transpirar cuando se sienta. Se sienta. El cuarto se ve gris, como cuando tus fotos son feas.
“-Parece que somos tu y yo.” – Le dice a su cajetilla de cigarros. Le queda uno. Fuera del cajón, encendedor, quema, bocanda profunda. Ahora Guillermo se siente tranquilo. No quiere ni necesita nada mas.
Mete su mano en el pantalón y saca el revolver que le había comprado a un wea un par de horas antes. Lo huele. Siente ese olor a metal descuidado, oxido y humedad. Su nariz pasa por todo el cuerpo del arma.
Mmm… agrio como se esperaba, la toma del mango con delicadeza, apoya el cañon en su sien, piensa en el columpio de su infancia y espera el clic que será el ultimo sonido que escuche en su vida.
Clic

No pasó nada, no había bala, Guillermo se va a acostar.

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